Ira y comportamiento agresivo en los niños

Ira y comportamiento agresivo en los niños

¿Por qué está tan enfadado mi hijo?

Lo más probable es que un niño enfadado sienta algún tipo de angustia. El truco está en averiguar cuál es el desencadenante. Puede ser algo tan sencillo como que el niño esté cansado y tenga hambre, o algo más complicado. Algunas razones comunes por las que su hijo puede estar enfadado:

  • La frustración es un desencadenante común. Es posible que su hijo simplemente quiera hacer algo que no puede, o que no quiera hacer algo que usted quiere que haga.
  • La ansiedad puede manifestarse como ira y agresión. Si su hijo está ansioso y no recibe apoyo para expresar sus miedos, es posible que le resulte difícil sobrellevar la angustia.
  • Los problemas médicos que pueden provocar ira incluyen TDAH, autismo y trastornos del procesamiento sensorial.

Aunque todos los niños se enfadan a veces, hay algunos signos que indican que el enfado de un niño es excesivo. Hable con el médico de su hijo si su comportamiento es..:

  • Inusualmente agresivo por más de unas pocas semanas
  • Peligroso para ellos mismos o para los demás.
  • Causando serios problemas en la escuela.
  • Afectando su capacidad para llevarse bien con otros niños
  • Causar conflictos en el hogar y perturbar la vida familiar.

Hable también con el médico si su hijo se muestra físicamente agresivo con otros niños, con usted o con otros adultos.

¿Por qué son agresivos los niños?

La agresividad es una parte normal del desarrollo del niño. Muchos niños cogen los juguetes de sus compañeros, pegan, patalean o gritan a veces.

Un niño pequeño sigue aprendiendo todo tipo de habilidades nuevas, desde utilizar las tijeras hasta hablar con frases complejas. Su cerebro está desarrollando habilidades clave para regular las emociones, como el control de los impulsos. Los niños pueden frustrarse fácilmente por todo lo que intentan conseguir y acabar estallando.

Si tu hijo va a la guardería o al preescolar por primera vez, también se está acostumbrando a estar lejos de casa. Si se siente nervioso, puede reaccionar empujando al siguiente niño que le moleste.

Otras veces, su hijo simplemente está cansado y tiene hambre. Como no sabe cómo manejarlo, responde mordiendo, pegando o cogiendo una rabieta.

Incluso un niño mayor en edad escolar puede seguir teniendo problemas para controlar su temperamento. Un problema de aprendizaje puede dificultarle escuchar, concentrarse o leer, lo que dificulta su rendimiento escolar y le causa frustración. O puede que un cambio reciente (como un divorcio o una enfermedad en la familia) esté provocando más dolor y rabia de los que puede manejar.

Sea cual sea la causa de la agresividad de su hijo, es probable que acabe desarrollando un mayor autocontrol. Aprenderá a usar las palabras en lugar de los puños y los pies para resolver sus problemas. La clave está en apoyar sus nuevas habilidades con mucha paciencia y oportunidades para practicar.

Dicho esto, no todos los niños dejan de ser agresivos sin ayuda adicional. Hable con el pediatra si sus esfuerzos no parecen surtir efecto.

Qué hacer si su hijo le pega a usted o a otros

En primer lugar, establezca normas claras de que pegar es un comportamiento inaceptable. Si su hijo pega a otro niño, sepárelos inmediatamente y atienda al otro niño antes de dirigirse a su hijo. Para enseñarle empatía, dígale: "Sé que estás enfadado, pero no pegues. Pegar hace daño." Para ayudar a su hijo a controlar su agresividad, siga los pasos de la siguiente sección.

Si su hijo le pega, intente mantener la calma en la medida de lo posible. Dígale que pegar a otras personas no está bien y ofrézcale una alternativa, como golpear una almohada o romper un papel. Las agresiones repetidas hacia usted u otros adultos son una señal para ponerse en contacto con el pediatra.

¿Qué puedo hacer ante la agresividad de mi hijo?

Dé ejemplo. Por muy enfadado que esté, procure no gritar ni decirle a su hijo que es malo. En lugar de conseguir que su hijo cambie de comportamiento, lo único que hace es enseñarle que la agresión verbal y física es el camino a seguir cuando está enfadado. En lugar de eso, dé un buen ejemplo controlando su temperamento y sacándole con calma de la acción, según sea necesario.

Responda con rapidez. Intenta responder inmediatamente cuando veas que tu hijo se pone agresivo. Resulta tentador esperar a que pegue a su hermano por tercera vez para decirle: "¡Ya basta!" (sobre todo si ya le ha reprendido por otras innumerables transgresiones en la última hora). Aun así, es mejor hacerles saber al instante cuándo han hecho algo mal.

Retíralo de la situación para ayudarle a calmarse. Puedes decir "Veo que te cuesta'controlar tu cuerpo';

Cíñete a tu plan. En la medida de lo posible, responda siempre de la misma manera a los actos agresivos. Cuanto más predecible sea, antes establecerá un patrón que su hijo reconocerá y esperará. Con su ayuda, el niño acabará aprendiendo estrategias más adecuadas para expresar sus sentimientos de enfado.

Aunque tu hijo haga algo que te mortifique en público, mantén el plan. La mayoría de los padres entienden tu situación, ya han pasado por ella.

Hable con su hijo en edad escolar. Deje que se calme y coméntele lo ocurrido con calma. El mejor momento para hacerlo es después de que se haya calmado, pero antes de que se olvide de todo lo ocurrido: lo ideal es entre 30 minutos y una hora después. Pregúntele si puede explicar qué ha provocado su arrebato. ("¿Por qué crees que te enfadaste tanto con tu amigo?")

Explícale que es perfectamente natural enfadarse a veces, pero que no está bien empujar, pegar, dar patadas o morder. Sugiérale formas mejores de demostrar lo enfadado que está: dando patadas a un balón, golpeando con el puño una almohada, buscando a un adulto que medie en la disputa o simplemente expresando sus sentimientos a un amigo: "Estoy muy enfadado porque me has quitado el libro"

Otra forma de ayudar a tu hijo a controlar sus emociones es probar con los "tiempos muertos". Cuando su hijo estalle, deje de hacer lo que esté haciendo y pídale que se siente con usted y se calle un momento.

Si te dejan, rodéale con el brazo o tómale de la mano. Después, tras unos minutos de paz, hablad brevemente de lo ocurrido y de cómo podrían haber gestionado su enfado de otra manera. La idea es enseñarles a reconocer y comprender sus emociones al tiempo que consideran otras opciones para expresarlas.

También es un buen momento para enseñarles a alejarse de las situaciones y las personas que les enfurecen hasta que se les ocurra una forma mejor de responder que dejar que vuelen los puños. Puedes ayudar a tu hijo a controlar su enfado leyendo juntos libros sobre el tema. Prueba Aliki's Feelings o When I Feel Angry de Cornelia Maude Spelman.

Premie el buen comportamiento. En lugar de prestar atención a su hijo sobre todo cuando exprese sentimientos negativos, intente pillarle portándose bien: cuando pida turno para jugar a un juego en lugar de arrebatarle la tableta, por ejemplo, o ceda su columpio a otro niño que ha estado esperando.

Diles lo orgulloso que estás de ellos. Enséñales que el autocontrol y la resolución de conflictos son más satisfactorios -y obtienen mejores resultados- que empujar o pegar a otros niños.

Enséñale responsabilidad. Si su hijo daña la propiedad de alguien o ensucia algo, debe ayudar a arreglarlo. Puede pegar un juguete roto, por ejemplo, o limpiar las galletas o los bloques que ha tirado enfadado. No plantee esta acción como un castigo, sino como la consecuencia natural de su comportamiento, algo que cualquiera tendría que hacer.

Sé inteligente con el tiempo que pasas frente a la pantalla. Los dibujos animados de aspecto inocente y otros medios destinados a los niños están plagados de gritos, amenazas, empujones y golpes. Así que intenta controlar los programas y juegos digitales que ve tu hijo acompañándole durante el tiempo que pasa frente a la pantalla, sobre todo si es propenso a la agresividad.

La Academia Americana de Pediatría anima a los padres a seleccionar medios de alta calidad y apropiados para la edad de los niños, y a limitar el tiempo frente a la pantalla. La organización también insta a los padres a ver con sus hijos y hablar sobre lo que están viendo.

Cuándo buscar ayuda contra la ira y la agresividad infantiles

Algunos niños tienen más problemas con la agresividad y la ira que otros. Consulte al pediatra de su hijo si su comportamiento agresivo parece fuera de control. Juntos podéis intentar llegar a la raíz del problema y decidir si es necesario acudir a un psicólogo infantil o a un psiquiatra.

A veces, detrás de la frustración y la ira hay un trastorno del aprendizaje o del comportamiento no diagnosticado, como el TDAH o el autismo, o a veces el problema está relacionado con dificultades familiares o emocionales, como un trauma. Cualquiera que sea su origen, un consejero puede ayudar a su hijo a trabajar las emociones que tienden a conducir a la agresividad y a aprender a controlarlas en el futuro.

Más información:

  • El kit de herramientas de disciplina: estrategias exitosas para todas las edades
  • Morder: por qué sucede y qué hacer al respecto
For baby